domingo, 12 de enero de 2014

8 LA ATENCIÓN BASE DE LA CONCENTRACIÓN

Cuando observamos con más detalle un objeto, decimos que estamos prestando atención.

La mayoría suelen usar la atención de forma involuntaria; solemos comentar: “¡Qué hermoso es!, me ha llamado la atención”. En este caso podríamos decir que la atención los usa a ellos; Como suele ocurrir con todo lo que hacemos inconscientemente.

Nuestros sentidos han recibido estímulos poniendo en funcionamiento el  binomio acción – reacción.

Automáticamente, todos nuestros sentidos se fijan en el objeto estimulante.

Existe otro tipo de atención, que me interesa más por ser un pilar fundamental en el desarrollo del individuo. Y esa es la atención voluntaria. Es decir, conscientemente nos detenemos a observar, y ponemos todos nuestros sentidos en ello.

Cuando fijamos la atención más tiempo, del que lo hacemos normalmente, surge lo que llamamos concentración.

¿Por qué me interesan tanto estos dos conceptos? Porque son dos pilares educativos. El niño debe aprender a prestar atención a aquello que le sea beneficioso, le guste o no en ese momento; y además, llegar a un paso más, concentrarse en ello.

¿Pero cómo conseguir que un pequeño de 6 años, que es pura actividad, guarde compostura durante 1 ó 2 horas, sentado en un pupitre? ¿Y además le guste la actividad, que para él resulta una tortura?

Espero comentarios que nos ayuden a "desenredar la madeja".

Sólo necesitamos dos requisitos: Mente abierta y diversidad de opiniones.

jueves, 28 de marzo de 2013

UNA METÁFORA PSICOLÓGICA PARA LA EDUCACIÓN ACTUAL: OLIVER SACKS

En nuestra serie: “Una metáfora de …” conversamos con Oliver Sacks, neuropsicólogo, y uno de los autores más fascinantes de la literatura científica mundial. Autor de clásicos como “Despertares”, “El hombre que confundió a su mujer con su sombrero”, “Un antropólogo en Marte”, “Migraña”, “Veo una voz” o el autobiográfico “Con una sola pierna”, nos demuestra que es posible escribir literatura psicológica, siendo tan importante la narración como aquello que está sucediendo…

O. Sacks hace de su experiencia clínica una fiesta literaria. Nos sumerge en esas otras enfermedades diferentes, que nos devuelve una idea de la condición humana que queremos analizar: la acromatopsia, el autismo, el síndrome de Tourette pasan a ser experiencias que podemos vislumbrar. A continuación, concretaremos en tres afirmaciones nuestra lectura de sus extraordinarios ensayos. Leer siempre acaba siendo una pasión compartida. Dicho de otro modo: leer es iniciar una conversación interminable.

Primera afirmación: la condición humana es plástica. La perspectiva neuropsicológica nos ofrece esta característica cerebral como una posibilidad humana constante. Los pacientes del doctor Sacks, nos demuestran que tan  importante como las enfermedades, son los sujetos humanos que las padecen. Todos ellos tras el choque brutal de sus anomalías, inician la reconstrución psicológica, emocional y cerebral que acaba en una nueva configuración personal.

Plasticidad significa también la capacidad de supervivencia de cada uno de nosotros. Recordamos inmediatamente la afirmación de Nietzsche: vivir es voluntad de poder. Vivir, nos demuestra Sacks, es voluntad de vida, de adaptarnos inmediatamente a las nuevas condiciones cerebrales y mentales que tenemos. Regresemos al discurso educativo: no se puede olvidar esta enseñanza de la plasticidad. No hay fracaso escolar permanente, siempre hay alumnos que pueden reconstruir su biografía. Cada alumno es una posibilidad de vida.

Segunda afirmación: la identidad humana es dinámica. Estos relatos nos dejan biografías que encuentran una nueva forma de estar en el mundo. Quiero dejar una impresión: leyendo a Sacks, comprendemos que nada está  determinado. Todos los factores que condicionan nuestro yo, son factores que evolucionan y que nunca implican una limitación y destrucción del yo. Estar en el mundo es aprender a entrelazar el azar que nos proporciona, con la voluntad que le imponemos. Educativamente, todos podemos reconocer esta experiencia: un mismo alumno se va transformando ante nuestros ojos. Su identidad se va conformando como un relato en vivo: comprender esta evolución individual es la sensibilidad y conocimiento que cada profesor tiene en su trabajo diario. Educar es acompañar y estructurar una identidad siempre.

Tercera y última afirmación: el poder del lenguaje en la biografía individual. Hay un hecho que puede pasar inadvertido, mientras la fascinación de los casos clínicos nos centra la atención, es un hecho que Sacks nos ejemplifica: el lenguaje y su capacidad de contarnos nuestra vida y la de los demás. El giro lingüístico que Heidegger y Wittgenstein inician filosóficamente, tiene muchas calles: contar nuestra historia es reconocer quienes somos. Nunca lo olvidemos cuando un alumno nos escucha: estamos siendo parte de su memoria y de su vida posiblemente.

domingo, 17 de marzo de 2013

7 LAS ETIQUETAS

Muchas veces usamos las palabras para identificar, valorar o clasificar; es decir, las usamos como etiquetas.

He comentado en el post anterior que la palabra es un símbolo, representa la realidad pero no es la realidad en sí. Ésto hace que al usarlas para etiquetar, creamos una realidad virtual.

Dicen que las palabras tienen el poder de agradar o herir. En realidad ese poder se lo damos nosotros, pues el sonido (base de la palabra) es neutro; pero éste es otro tema.

Permítanme relatarles una historia en la cual podemos observar el gran poder de las palabras, cuando aún no nos hemos dado cuenta que la realidad de ese poder se encuentra en nosotros.

“Un niño de 9 años se acerca a la mesa del profesor y le comenta:
- Maestro, no sé hacer este ejercicio.

El ejercicio ponía:

“Escribe en plural las siguientes palabras:
Niña, perro, gata, mesa y silla.”

- Sí lo sabes hacer, porque lo dimos ayer. Y los ejercicios los realizaste bien. Léelo de nuevo.

El alumno, silabeando un poco, relee el ejercicio. Vuelve a mirar al profesor y le dice:
- No lo sé hacer.
- ¿Por qué? –Le pregunta el profesor.
- Porque soy hiperactivo y muy torpe.
- Y yo te he dicho, que sí lo sabes hacer.
El alumno se queda mirando al profesor, mientras piensa: ¿Qué maestro me ha tocado este curso?, no se entera que soy torpe y los torpes no sabemos hacer las cosas, nos tienen que ayudar siempre.
- Bueno Antonio, -le dice el maestro-, ¿Qué palabra no entiendes? Vuelve a leer el enunciado.
- Escribe… -Comienza el alumno.
- Espera, ¿sabes lo qué es escribir?
Vuelve a aparecer la expresión anterior en la cara de Antonio. Una expresión que se podría interpretar: “Ya tengo 9 años, cómo no voy a saber lo qué es escribir”.
- Pues claro que lo sé. –responde convincente.
El mismo proceso se repite con “palabras” y “siguiente”. El profesor se ha guardado “el As”, para la última jugada.
- ¿Y plural, te acuerdas?
El alumno duda.
- Esta es la única palabra que aún no conoces bien. Pero las otras las conocías perfectamente.
Recuerdan el significado de singular y plural.
- ¡Eso es lo que hay que hacer!, ¡si éso es facilísimo! –responde Antonio como quién encuentra un tesoro perdido.
- Sí, pero tú no lo puedes hacer porque eres muy torpe. –Le recuerda el maestro.
Entre profesor y alumno surge una sonrisa de complicidad.
El alumno coge su cuaderno para volver a su sitio, con la cara radiante de felicidad como si le hubieran hecho un regalo. 
El profesor lo detiene.
- Antonio, tú no eres hiperactivo, eres un niño que tiene hiperactividad. Hay niños altos, bajos, delgados, gordos… Tú, eres Antonio y tu hiperactividad hace que tengas que releer los ejercicios más que tus compañeros.
A mí me gustaría volar como los pájaros, pero no tengo alas. Pero el Ser Humano ha inventado el avión, y sin ser pájaro puedo volar. Eso sí, me cuesta dinero.

Al día siguiente el alumno vuelve a la mesa del profesor y le dice: Maestro no entiendo bien lo que me piden en este ejercicio.

- ¡Estás hecho un campeón! –Le comenta el maestro.
Y la sonrisa de complicidad vuelve a aparecer en sus rostros.”

La sonrisa del alumno surgía al haber roto inconscientemente una etiqueta mental limitante.
La sonrisa del maestro surgió porque sabía que había roto una etiqueta que podría haber acompañado a ese alumno de por vida. Una etiqueta que hubiera limitado su aprendizaje, quizás hasta el borde de la apatía por el estudio. Había conseguido que se ilusionara por aprender. Su aprendizaje sería, por ahora, lento como el avanzar de un caracol. Pero, bueno; no todos podemos ser liebres.

miércoles, 13 de marzo de 2013

6 LA PALABRA, BASE DEL SIGNIFICADO ORAL


Antes de leer este post, se aconseja haber leído el anterior “SONIDO, LETRA, PALABRA”.

Como vimos en el post anterior, la palabra podríamos definirla como un grupo de sonidos con significado. Dicho de otra manera, Aquellos sonidos que el cerebro tiene asociado con la imagen de algo conocido.

La palabra es un símbolo. Representa la realidad, pero no es la realidad en sí.

No es de extrañar, que cuando nos hemos encontrado solos, nos ha dado la sensación de oír a alguien hablar. Por más que hemos buscado a nuestro alrededor no hemos encontrado a nadie.

Nuestro cerebro guarda en la memoria, el sonido con lo representado; la sensación de alguien hablando, no es más que la interpretación de nuestro cerebro; por ello, el ulular del viento entre las hojas de los árboles o el murmullo de un arrollo, pueden darnos la sensación de personas hablando.

¿Es qué el cerebro pretende confundirnos? En absoluto, para distinguir el murmullo de un arrollo, del murmullo en una conversación humana tenemos el aprendizaje. A través de este acto, somos capaces de ir diferenciando distintos tipos de sonido. El número de conexiones interneuronales aumenta y con ello la capacidad cerebral para adaptarnos a nuestro medio ambiente.